Gustavo Recayte es un histórico para los vecinos de Merlo. Este vecino lleva unas cuatro décadas recorriendo las calles de la zona vendiendo pochoclos, copos de nieve, pirulines y demás golosinas. Empezó con un carrito llevado por una yegua y ahora con utiliza un tractor. El Concejo Deliberante de Merlo lo homenajeó por su trayectoria con cuatro generaciones de vecinos del distrito.
La historia del pochoclero que hace 40 años recorre las calles de Merlo y ahora fue homenajeado
Un carrito lleno de golosinas es el paraíso para cualquier chico y Gustavo habrá sido casi como Papá Noel para tantas generaciones de merleneses. Es por es que el Concejo Deliberante, tras un proyecto presentado por el concejal David Zencich, homenajeó a este hombre que es un histórico para las familias. “El homenaje que me hicieron en Merlo fue muy lindo porque lo hicieron en vida y yo lo puedo disfrutar”, afirmó Gustavo, en charla exclusiva con Viví el Oeste.
Su voz trasluce su emoción por tantos años de recorrido y principalmente por el cariño de las familias. Es que aquellos niños de hace cuatro décadas hoy quizás son abuelos y se acercan al carrito de Gustavo para comprarle pochoclos, copos de nieve, pirulines o garrapiñada. Una herencia familiar que se transmite de generación en generación y de la que Gustavo es parte. “Para mí fue un orgullo y una satisfacción que se acuerden de mí después de tantos años. No tiene precio que venga una persona con su bisnieto y que te vengan a comprar”.
Este pochoclero llegó a Merlo cuando el campo abundaba y las calles de tierra. A través de los años, y siempre recorriendo la zona con su carrito, fue viendo como crecía el lugar hasta convertirse en la ciudad que es hoy en día, además de establecer un vínculo muy cercano con los vecinos. “Fui conociendo cómo se fue haciendo todo en esa zona de Merlo y ví crecer a los nenes corriendo atrás de mi carro”, agregó sobre su trabado desde los años 80 hasta nuestros días.
El recorrido de este vecino se vio modificado con el transcurso de los años. Lo que antes hacia en una sola etapa, ahora lo hace por sectores. El Barrio San Alberto de Ituzaingó, la zona de la cancha de Argentino de Merlo, así como las calles Sullivan y Santiago del Estero son los puntales de sus viajes. Él va con su tractor-carrito recorriendo las calles y las plazas mientras los vecinos lo esperan con ansias. Incluso afirmó que recibe ciertas cargadas por parte de ellos cuando llega un poco más tarde de lo habitual.
Pochoclos, pirulines, garrapiñadas, copos de nieve, manzanas dulces, maní sin cáscara son alguno de los productos con los que deleita a su público. Todos ellos son artesanales menos los pirulines y la producción es en su hogar junto a su gran sostén: Marta, su esposa con quien está casado hace 46 años. “Ella es mi mano derecha y siempre me sostuvo a pesar de que había fines de semana dónde casi no teníamos tiempo de vernos”.
La relación con los vecinos es excelente y se retroalimenta todos los días. “Si me hubiera portado mal, los vecinos me hubieran dejado de comprar. Ahora vienen los padres y abuelos con sus hijos y nietos”, contó Gustavo. Además reveló que le ha tocado contarle a los padres que sus hijos sacaban dinero de la casa para comprarle golosinas. A pesar de los enojos iniciales, hoy todos recuerdan con una sonrisa las anécdotas de ese tipo.
Los días pasan pero el cariño queda. Gustavo arrancó sus andanzas con un carrito tirado por un triciclo. Luego llego la etapa de la yegua y agregar dos ruedas al carro para no perjudicar a Muñeca. Hoy el vehículo es impulsado por un tractor que hace las delicias de los vecinos. “Yo lo hago por amor y porque me gusta”, concluyó Gustavo. Reconocido tanto por el Concejo Deliberante como por los vecinos. “Hay maní, garrapiñada y pochoclos”.