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Las catacumbas egipcias: conocé la historia del tesoro arqueológico oculto en Ituzaingó

En el Oeste existe un pedazo de historia que nos remonta a Egipto, las pirámides y la época de los faraones. Hace más de 100 años un artista plástico italiano construyó réplicas de catacumbas egipcias para adornar su quinta en Ituzaingó norte. El lugar fue vendido a una compañía de monjas y la historia de las esfinges se fue diluyendo. En 1996 Rolando Goyaud logró acceder al lugar y filmar un documento audiovisual para el Museo municipal.

¿Tumbas y faraones en Ituzaingó? La respuesta es afirmativa y Viví el Oeste desandó junto a Edgardo Ludueña, arquitecto e investigador que trabajo en el Museo de Goyaud, esta historia que lleva más de un siglo y que para muchos vecinos es un orgullo aunque otros no la conocen. El Museo Goyaud estuvo ubicado en la calle Piran 582 y funcionó hasta 2016 cuando falleció Rolando.

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Edgardo Ludueña trabajó siete años junto a Goyaud y una de las empresas más importantes que llevaron a cabo fue diseñar una réplica exacta y a tamaño real de las catacumbas históricas de Ituzaingó.  “A inicios de 2003, Rolando Goyaud armó un equipo de trabajo con el que analizar los únicos registros en video y fotografías que existen sobre estas estructuras”, comentó Edgardo en diálogo exclusivo con Viví el Oeste.

Las réplicas realizadas fueron expuestas en varias plazas de Ituzaingó y gracias a ese trabajo, muchos vecinos del distrito conocieron de esta historia que tiene más de un siglo. “El arqueólogo alemán Manfred Korfmann, autor de excavaciones y descubrimientos en la legendaria ciudad de Troya (Turquía), dejó plasmado su firma en el trabajo que realizamos con las catacumbas”, relató Ludueña.

Las estructuras originales están ubicadas en el subsuelo de la quinta ubicada en la calle General Martín Rodríguez. Ludueña contó que el lugar pertenecía al artista plástico Pompeo Boggio, quien mandó a construir réplicas fieles de las estructuras egipcias. “El autor las diseñó y construyó basándose en bocetos de interiores de catacumbas, luego de realizar en 1915 un viaje de estudios a Egipto”, agregó.

Luego de la muerte de Boggio, la “Quinta de las Esfinges” fue puesta a la venta. La propiedad pasó a manos de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, quienes instalaron el Hogar Belén, destinado como geriátrico para adultos mayores. “En esa época no se le dio mucha importancia al subsuelo y no se investigó hasta que a Rolando le dieron un permiso exclusivo para poder acceder a las cámaras”, contó Edgardo.

Goyaud logró un testimonio único de estas catacumbas egipcias que hoy son inaccesibles. Gracias al documento que data de 1996, el interés por este tesoro arqueológico se reavivó y eso llevó a que se armará el equipo, al cual perteneció Ludueña. A partir de bocetos de un vecino y del video filmado en el subsuelo, se diseñaron una réplicas que se expusieron en Ituzaingó. “Algunos investigadores nos dijeron que la entrada a la cámara estaba sellada por una pared de cemento”, se lamentó el arquitecto.

En la actualidad se pueden observar la cabeza de algunas esfinges desde la calle lindera a la Quinta aunque el acceso es restringido. El subsuelo, dónde se haya la mayor parte de las catacumbas es casi inaccesible y las réplicas hechas por Goyaud y su equipo sirvieron como testimonio de la historia. “Los trabajos que hicimos se expusieron durante un largo tiempo además de dar charlas en los colegios”.

Edgardo dejó de trabajar en el Museo en 2017 y regresó para el2016 tras el fallecimiento de su compañero. La viuda de Goyaud le propuso que el se quedara con los documentos de esta historia pero él prefirió cederlos al Museo Municipal. “Es un tesoro arqueológico que está acá en la Zona Oeste. “Los vecinos de Ituzaingó saben que tienen un tesoro pero es muy difícil acceder porque fue sellado hace rato esto”, concluyó Ludueña. Una historia de catacumbas y faraones egipcios en plena Zona Oeste.

Descripción sobre el subsuelo de la Quinta de las Esfinges en Ituzaingó Norte:

El complejo funerario constaba con dos esfinges, estatuas de faraones que custodiaban el acceso y esfinges pequeñas diseminadas por el predio. Por la parte posterior de la esfinge principal ubicada sobre la calle Trolé, descendía una escalera sin pasamanos hacia la cámara mortuoria. También se accedía al complejo desde el pasadizo que se iniciaba en la ex biblioteca y atelier de Pompeo Boggio.        

Ya en el sitio, un corredor subterráneo con estatuas de faraones, soportaban el techo del túnel y nichos de dos metros por dos, cada uno, conducían hacia la cámara que tenía cuatro puertas iguales, de las cuales tres eran falsas, y para abrir la cuarta, era necesario conocer la ubicación del dispositivo de apertura. Si bien no fue documentado, existía un largo túnel que llegaba hasta debajo de la avenida Rivadavia, pero este fue demolido en décadas pasadas.



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